Narrativa transmedia y literatura

La primera vez que oí hablar de narrativa transmedia fue en la carrera, en una asignatura en la que se analizaba el consumo audiovisual de la audiencia. En la primera parte de la materia tuve que analizar unos cuantos apuntes e informes cuya conclusión se podía reducir a que nos hemos acostumbrado a ver la televisión con otra pantalla a mano: la del móvil, la tableta o el ordenador. Esto me hizo recordar cuando, hace unos años, en algunos anuncios nos invitaban a visitar la web de la empresa anunciante y pensaba: “Pero, a ver, ¿quién estará viendo la tele con el portátil en las rodillas?”. Era la época en la que navegar en el móvil era farragoso. Ahora me doy cuenta de que fueron los primeros en entender que poder consultar la información en el momento era el futuro.

La segunda parte de la asignatura hablaba, entre otras coas, de la narrativa transmedia. En ese momento pensé que había descubierto algo nuevísimo gracias a la carrera y me avergoncé cuando descubrí que la académica Marsha Kinder ya usó la palabra transmedia en 1991 para referirse a los sistemas de franquicias de productos audiovisuales y literarios. Sin saberlo, llevaba disfrutando de ella gran parte de mi vida.

Qué son las narrativas transmedia

Hace poco cayó en mis manos “Narrativas transmedia: cuando todos los medios cuentan” (link), el libro del profesor de la Universidad Pompeu Fabra Carlos A. Scolari. Si bien el tema me había interesado desde que lo estudié, no fue hasta que leí este libro que pude profundizar en estas historias que saltan del canal habitual al resto de canales, o medios, y que engordan el universo de la ficción.

Porque eso es la narrativa transmedia o NT: historias, o flecos de una historia, ocurridas en un mismo universo, que construyen un universo narrativo y que se publican en diferentes medios.

Tal como recoge Scolari en su libro, el primero en introducir el término de narrativa transmedia fue Henry Jenkins. Este nos dice que, en las NT, cada medio

hace lo que mejor sabe hacer: una historia puede ser introducida en un largometraje, expandirse en la televisión, novelas y cómics, y este mundo puede ser explorado y vivido a través de un videojuego. Cada franquicia debe ser lo suficiente autónoma para permitir un consumo autónomo. O sea, no debes ver la película para entender el videojuego, y viceversa.

Leído suena un poco complejo pero si te expongo un caso de narrativa transmedia seguro que te darás cuenta de que conoces un montón de modelos similares.

Estoy pensando en Batman. La primera vez que vimos a este apasionado de las máscaras con orejas puntiagudas fue en 1939, a través de sus historietas publicadas por Detective Comics (DC). El cómic fue el medio inicial y principal hasta que empezaron a surgir apariciones alternativas con sus propias tramas en otros medios que, como hemos dicho antes, construyeron y ampliaron su universo narrativo. La televisión, con aquella mítica serie protagonizada por Adam West, y, después, las adaptaciones cinematográficas contribuyeron a dar a conocer al personaje y a su terrible historia llena de drama y venganza. Más tarde, cuando todos habíamos visto tantas veces morir a los padres de Bruce Wayne que también nos podríamos haber convertido en Batman, irrumpieron los videojuegos. Algunas historias se han repetido, otras se han alejado de las tramas iniciales, pero todas se han adaptado al medio y han ayudado a dar a conocer al personaje (y a enriquecer a sus productores).

Star Wars, The Witcher, El ministerio del tiempo, El señor de los anillos, Harry Potter o, incluso, Amar en tiempos revueltos, son otros ejemplos de productos con una narrativa transmedia audaz y bien desarrollada.

Los fans como precursores de la narrativa transmedia

Seguro que recordarás aquellas lejanas clases del colegio en las que te explicaban que el emisor enviaba un mensaje al receptor y este lo adquiría completamente. Esta visión, la del receptor como ente pasivo, ha dejado de existir para los profesionales de comunicación. La teoría se adaptó a la práctica y por fin se estudia que la audiencia descifra el mensaje y lo aprehende según sus conocimientos y sus experiencias. Por eso, una misma frase puede significar cosas diferentes para dos personas distintas aunque hayan oído exactamente lo mismo. Por lo tanto, la audiencia es activa ya que utiliza sus características para descifrar el mensaje en vez de tragarlo como un pavo y entenderlo como el emisor pretende.

El siguiente paso en la evolución del receptor ha sido, en parte, gracias a internet. Ahora se dice que la audiencia la conforman prosumidores. Esta palabra tan horrorosa significa que no solo consumimos: también creamos. Cuando algún producto cultural nos gusta, lo hacemos nuestro y lo replicamos con historias que nos gustaría que hubieran sucedido.

Eso son, precisamente, los fanfics o fanfiction: productos culturales y de ficción creados por entusiastas de un libro, película, etc., y que toman como referencia un personaje o un punto de la historia para crear sus propios relatos o novelas. El término apareció en los años treinta del siglo pasado como denominación a los escritores noveles de ciencia ficción que publicaban en revistas o publicaciones no profesionales (fanzines). Sin embargo, los primeros fanfics de la era moderna fueron los fanzines que aparecieron a raíz de Star Trek en los años 70. Como ves, no es algo que surgiera con Internet aunque esta tecnología hya propiciado su desarrollo.

Los fans quieren contenido basado en su universo preferido y, si no lo tienen, lo crean. Además, consumen las historias de otros seguidores y, cuando saben que va a salir algo oficial, no solo se excitan sino que ayudan a crear expectativas entre otros seguidores y, también, público potencial.

Tener un fan que haga fanfics es lo mejor que te puede pasar como autor en cuanto a promoción de tu obra porque se desviven con tus historias. Sin embargo, también tienen un punto negativo, especialmente si se te ocurre cambiar algo de tu universo: un desengaño los convertirá en tus mayores críticos. Pero ya hablaremos de eso más adelante.

La narrativa transmedia como cebo para lectores

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La saga de Geralt de Rivia: libros, cómics y videojuegos

Cuando J.K. Rowling anunció su contrato con la productora que llevó al cine la saga de Harry Potter, ya era una escritora con millones de libros vendidos. Su nombre era conocido en el mundo editorial y cada libro que publicaba era un éxito de ventas desde el día de su lanzamiento. Sin embargo, el cine ha acercado a muchos niños a sus novelas, consumidores que, quizá, solo habían tocado un libro cuando la escuela se lo demandaba. Así, cada medio se ha retroalimentado: quienes leímos los libros vimos las películas y, quienes vieron las pelis, se atrevieron con los libros.

Muchos jugadores de The Witcher encontramos tan irresistible el mundo creado por Andrzej Sapkowski que nos rendimos a La saga de Geralt de Rivia sin oponer resistencia. Yo no conocía de nada a este autor, ni siquiera había visto reseñas de sus obras, y ponerme en la piel de Geralt y de Siri gracias a la Play Station hizo que comprara los comics y también los libros.

Como anécdota, os diré que no toda la narrativa transmedia aporta calidad a la literatura. La NT nos trajo el bestseller Cincuenta sombras de Grey ya que la autora, Stephani Meyer, creó su novela a raíz de los fanfictions que escribía sobre otro bestseller: Crepúsculo.

Como veis, la NT alimenta el universo narrativo y ayuda a crear otros nuevos y, además, pueden ser una entrada para ese público potencial que se resiste a tu novela.

El escritor como narrador transmedia

Ahora estarás pensando que si tienes poco tiempo para escribir tus novelas, menos tendrás para crear arcos alternativos o rellenar aquellas elipsis que dejan en suspense parte de tus libros. Lo sé. Sin embargo, no quiero dejar pasar la oportunidad de proponerte algunas opciones de narrativa transmedia que puedes crear como autor.

Blogs

Hace cosa de un mes descubrí en el blog de Nicholas Avedon un gran ejemplo de narrativa transmedia (link). Se trata de un post en el que entrevista (link) a la coprotagonista de su novela Lágrimas negras de Brin (link), que se publicará el próximo diciembre de 2017. Su intuición para llevar su blog y crear contenido relevante y promocional de su próximos lanzamiento le había llevado, sin saberlo, a hacer narrativa transmedia.

Podemos publicar en nuestro blog de curiosidades sobre nuestros libros, como por ejemplo capítulos extra, explicaciones del universo en el que se desarrollan, ilustraciones de los escenarios e incluso de los personajes.

Aportaciones de los lectores

¿Por qué no animar a quienes disfrutan de tus obras a compartir sus creaciones contigo? Promover fanfics, ya sea en forma de relatos, fotos, ilustraciones o vídeos, es la mejor manera de darte a conocer. Hay artistas excelentes en las redes sociales que ejercen su habilidad como pasatiempo y, además, ellos mismos promocionan sus obras.

José Antonio Cotrina tiene en su web (link) un espacio para sus lectores: la Zona del lector y el foro. De esta manera, él ayuda a canalizar la experiencia de su público dándoles un lugar en el que reunirse y debatir sobre sus obras, consiguiendo un mayor compromiso. Bien jugado, Cotrina… bien jugado.

Conecta con otros profesionales

Narrativa transmedia Cazadores de sombras
Ilustración de algunos personajes de Cazadores de sombras (link)

La primera vez que vi algo de la saga juvenil Cazadores de sombras fue a través de Cassandra Jean (link), una ilustradora freelance que trabaja con la autora juvenil, Cassie Claire. Claire, que conoce a la perfección a su público, les dio algo más para que se engancharan a su universo.

Esta simbiosis hizo crecer a las dos artistas y, por eso, creo que es una buena técnica para ti. Quizá puedes encontrar a un ilustrador enamorado de tu obra que quiera ayudar o, si te lo puedes permitir, puedes contratar a uno que te guste. Lo mismo con personas que dominen a la perfección la edición de vídeo y puedan hacerte trailers o mini episodios relacionados con tus tramas o incluso adaptaciones. Las plataformas y las ideas están ahí, sin límite. Aprovéchalas.

Que te conozcan por tu obra o que conozcan tu obra por ti

Qué complejo es decidir qué es lo más adecuado para un escritor indie como primer paso para vender tu obra: que el autor te conozca y, por eso, acuda a tus obras, o que tus obras sean las que te den a conocer.

Como explicaba Gabriella Campbell en su última entrada, es más importante tu catálogo como escritor que tu último lanzamiento (link). ¿Por qué? Porque un trabajo bien hecho y amplio es tu carta de presentación, la mejor manera de darte a conocer y lo más lucrativo. Además, tener una obra variada permite al lector escoger y engancharse a tu prosa. Es habitual leer un libro de alguien prolífico y que este sea el cebo para el resto de su obra hasta el punto en el que dejas de fijarte en la sinopsis para mirar solo que está escrito por él. Hace un par de meses me pasó algo así: me leí Nacidos de la bruma (link) de Brandon Sanderson y, desde entonces, he devorado cinco libros más y no todos de la misma saga.

He disfrutado como una enana.

Pero volvamos al asunto. Imaginaos que has creado un mundo fantástico con un montón de detalles que en tus novelas no se muestran pero que están ahí porque sabes hacer un buen Wordlbuilding. Puedes utilizar la narrativa transmedia para explotar ese trabajo y, así, acercar al público objetivo a tu obra y conseguir que te dé esa oportunidad que te mereces para que acabe rendido a tus pies.

Si trabajas en una saga con un universo narrativo complejo y denso, te recomiendo encarecidamente que uses la narrativa transmedia. El coste de inversión en tiempo en la NT es menor si se divide en más de dos tomos que si tienes que hacerlo únicamente para uno.

En el caso de que tus tomos sean autoconclusivos y ocurran en universos totalmente distintos, debes analizar bien si te conviene invertir en NT. Si eres un escritor lento, como yo, quizá tienes el tiempo suficiente para permitírtelo pero si, por el contrario, cada poco tiempo sacas una obra, es muy probable que no puedas dedicarle el tiempo que necesita.

Lo que está claro es que la narrativa transmedia debe ser un añadido extra, ni único ni principal, a tu promoción como autor, y que nunca, nunca, debe sustituir al trabajo en tu marca personal.

Imagen de cabecera de Wikipedia (link), creado por Robert Patren (link) y traducido por Belén Santa-Olalla (link)